Estos tienen un curso habitual que tiende a la involución y a desaparecer completamente con los años. Algunos casos dejan una secuela en forma de cicatriz en la piel o deformidad de las estructuras afectadas.
Las malformaciones vasculares son malformaciones de las arterias o las venas que, aunque están presentes desde el nacimiento, en ocasiones no son visibles hasta meses o años después. A diferencia de las hemangiomas, las malformaciones vasculares persisten y van creciendo lentamente a lo largo de la vida.
Tanto las hemangiomas como las lesiones vasculares se tratan de patologías benignas, por lo que en muchas ocasiones no necesitan ningún tipo de tratamiento.
En casos determinados, en los que alguna de estas lesiones genere un problema de salud (como hemorragia, dificultad respiratoria o en la alimentación, alteraciones en el crecimiento, un deterioro de la visión, etc.) o una alteración estética, se puede plantear la cirugía.
El tratamiento es individualizado y depende del tipo, tamaño, la localización y la gravedad de las lesiones.
En general, la cirugía reparadora se programa en la edad preescolar, para que el ingreso del niño al colegio sea sin problemas psicológicos derivados de las secuelas de las lesiones vasculares.
Por otro lado, está indicada la cirugía precoz (a partir del año de edad) en determinadas lesiones como las nasales y palpebrales para evitar el desplazamiento y la destrucción de los cartílagos, que puedan afectar el crecimiento del niño.
La cirugía está indicada también en edades posteriores para corregir las secuelas que permanecen tras desaparecer la lesión, como cicatrices, residuos lipomatosos o atrofia cutánea.
Si se plantea la exéresis de la lesión vascular, la incisión se realiza en una zona poco visible para que la secuela estética sea la mínima posible. En muchos casos se puede resecar casi la totalidad de la lesión y si no es posible, se puede extirpar solamente la parte que genere más deformidad.
En la misma cirugía se realiza también la reconstrucción de cartílagos o de otras estructuras deformadas por la lesión.
Es posible que algunas de estas lesiones requieran más de una cirugía, bien porque han seguido evolucionando o porque se pueda realizar una corrección de las cicatrices o de las deformaciones residuales.
La intervención se realiza con anestesia general y requiere un tiempo de ingreso posterior de entre 1 y 2 días.
Una lesión pequeña se podrá corregir en un tiempo de una hora aproximadamente, pero a medida que aumenta la complejidad, el tiempo operatorio se hace también más prolongado, pudiendo llegar a ser de varias horas.
Las principales complicaciones incluyen infecciones, sangrado, complicaciones asociadas con la anestesia, o cicatriz queloide/hipertrófica (cicatriz patológica).
Después de haberse practicado la cirugía en ocasiones se necesita un vendaje especial durante unos días. Sin embargo, en la mayoría de los casos se podrá realizar la ducha habitual al día siguiente y curar la cicatriz con una pomada específica. Las suturas se retiran entre los 10-15 días aunque en ocasiones son suturas internas que no es necesario retirarlas.
El resultado final de la cirugía de las lesiones vasculares se podrá observar a los 6-12 meses postoperatorios, ya que sobretodo en las primeras semanas hay una inflamación moderada de la zona.
Las patologías relacionadas con este procedimiento son:
Las lesiones vasculares comprenden un amplio número de anomalías vasculares como: hemangiomas, malformaciones venosas, malformaciones linfáticas, malformaciones arteriovenosas y malformaciones capilares.
Para más información. Consulta nuestro tratamiento para hemangiomas o angiomas de bebé en Barcelona.