Las pecas/efélides y los lentigos solares se producen por el daño en la piel inducido por la luz ultravioleta que se traduce en un aumento de producción de melanina con el objetivo de protegerla. Son muy frecuentes en las personas de piel clara y que se queman fácilmente con la exposición solar. Recientemente se ha visto que existe una predisposición genética por la presencia de una variante del gen receptor de melanocortin-1 (MC1R) en las personas con pecas/efélides y/o pelirrojas.
Las pecas/efélides, son machas pequeñas, de color pardo o rojizo, localizadas en áreas expuestas al sol, principalmente cara, pecho, espalda y brazos, que aparecen desde la niñez y se incrementan en número con la edad. En invierno pueden disminuir o incluso desaparecer.
Los léntigos solares suelen aparecer después de los 30 a 40 años. Se trata de manchas ovaladas o redondas que miden de 2 a 20 milímetros, de color pardo, uniformes y localizadas en cara o dorso de las manos. Son de mayor tamaño que las pecas/efélides y no desaparecen en invierno. Los lentigos solares no son cancerosos, ni tienen riesgo de producir un cáncer de piel, sin embargo nos dicen que la exposición solar ha sido excesiva y por lo tanto las personas con lentigos solares pueden tener otras lesiones que sí sean cancerosas. Por este motivo recomendamos la valoración por un especialista.
Al ser lesiones benignas de la piel generalmente no necesitan tratamiento. Sin embargo, por motivos estéticos se pueden eliminar mediante diferentes tratamientos como el peeling químico, crioterapia, luz intensa pulsada o láser. No suelen responder bien a cremas despigmentantes.
La mejor forma de prevención es el uso de protectores solares y controlar la exposición solar.